Venus in urbe II consiste en una serie de pinturas e ilustraciones eróticas, en las cuales predominan el monocromo y la disolución paulatina del fondo. Predomina el color rojo (expresión de emociones ambivalentes y contradictorias) que a veces contrasta con otros colores primarios, algunas piezas unen distintos planos dentro de un mismo encuadre. Los trazos enfatizan su condición de representación. Con estos recursos estéticos se trata de interrogar la unidad o totalidad que se juega en el erotismo, más allá de sus subterfugios. Por otro lado, se plantea una ausencia o una necesidad de «vaciedad» frente a una imagen saturada de significados. Finalmente, más allá de Eros como «mito necesario», se trata, no tanto de erotizar la mirada, sino quizás al contrario, instrumentalizar el sexo como motor de la interrogación sobre sí mismo y sobre la subjetividad.
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